sábado, 14 de septiembre de 2013

Bebiendo coca-cola contigo

Bebiendo coca contigo me divierto más que hiendo a San Sebastian, Irun, Hendaya, Bayona o enfermandome del estómago en la travesera de gracias en Barcelona. En parte porque con tu blusa naranja pareces un San Sebastian mejor y más feliz. En parte por mi amor por ti, y debido a tu amor por el yogurt. En parte debido a los tulipanes de color naranja floreciendo alrededor de los abedules. En parte debido al misterio que nuestras sonrisas asumen ante la gente y las estatuas. Es difícil de creer que cuando estoy contigo, no existe más nada. En la calidad luz de las cuatro a Nueva York notamos hacia adelante y atrás entre nosotros como un árbol respirando por sus ramas en un espectacular porta retratos. Y el porta retrato parece no tener rostros en absoluto solo pinturas y de pronto te preguntas, por qué en el mundo alguien haría eso, te miro a ti y prefería verte a ti que a todos los porta retratos en el mundo. Excepto talvéz por el jinete polaco quien veo de vez en cuando, quien de todos modos está en la frick, lugar que gracias a Dios aún no conoces, así podemos ir juntos por primera vez. Y el hecho de que sabes moverte, más o menos se hace cargo del futurismo, al igual que en casa donde nunca pienso en el desnudo bajando las escaleras o en algún ensayo de un solo dibujo de Leonardo o Miguel Angel que utilizo para impresionarme. Y ¿de qué sirve toda la investigación de los impresionistas? si no tienes a la persona adecuada para estar cerca de los arboles en la puesta del sol, o en el caso de Marino Marini quien no se recuperó después de dirigir con cuidado su caballo. Parece que todos fueron engañados por algún hecho maravilloso, que no se va a perder en mi, pues por eso te estoy contado de el.

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